lunes, 16 de diciembre de 2013

A ras del verso

Desde
que estudiaba
quería ser poeta.
Robarle
las flores
a la primavera,
sembrar
de besos
las cumbres
de cien musas,
conquistar
el Olimpo
de las palabras.

Pensaba
que sería bello,
que sería hermoso,
casi divino.
Y leí
los límpidos versos
de la Poesía Universal
buscando
aún no sabía qué.
Y leí
sus golondrinas de nieve,
sus oropéndolas de viento,
sus jilgueros de porvenir.

Pero nada leí
de la miseria,
nada del miedo,
nada del odio.
Porque nada decían
de la miseria
si no era belleza.
Porque nada del miedo
si no era medida.
Porque nada del odio
si no era rimado.
Y por supuesto
nunca decían
ni una
sola
verdad
sobre el amor.

Entonces,
cierto día,
cuando pensaba
que nunca sería
poesía,
descubrí
en los rincones
oscuros
de las estanterías
a los poetas
sin Generación en el mundo,
sin mención en los coloquios,
sin signatura en los anaqueles
de la historia.
Y me sentí
igual que ellos.

Escribían
en servilletas,
en paredes,
en las puertas
de los retretes.

Escribían
sobre mantis
y no sobre mariposas,

sobre polillas.

Sus amores
eran
descomunales
y terribles.
Su miseria
era miseria,
su miedo
hogueras
y su odio
piedras.

Eran poetas
que escribían
como si
vomitaran,
como si
cagaran,
como si
follaran,
como si
rieran.

Que escribían
por ejemplo:
"En tus ojos puedo ver
ciervos azules copulando".

Poetas-protesta en servilletas
Poetas-mordisco en las paredes
Poetas-patada en los retretes

Eran poetas
de manos vacías,
poetas
de sueños negados.
Y escribían desde el suelo,
que es desde donde se huele el mundo.

Y fue entonces
cuando supe
que podía ser
poesía.

Sin golondrinas de nieve
Sin oropéndolas de viento
Sin gorriones de porvenir.

Viviendo
a ras del verso
sin mirar atrás.

(16-XII-13)

DEDICADO A TODOS ELLOS



domingo, 15 de diciembre de 2013

Mario (Un poema de Nicole M. Paine)

Entre una farmacia y un bar 
un par de pisos en ascensor y ahí esta 
esa puerta ,que tal como se dejó abrir 
se dejó cerrar 
también se deja recordar
igual que se dejan recordar esas ventanas 
que no permitían mirar a los cráteres de la luna 
igual que las mamparas de tu ducha 
a las que no tomo permiso para recordar 
igual que los ojos de tu gato 
que miraban con gracia ,pero sin permiso para mirar 
Igual que cuando descubrí hasta donde de pelinaranja eras 
igual que cuando mis manos , casi sin mi permiso 
se pusieron a navegar sobre ti 
como cuando tu boca acababa por naufragar 
en el remolino bajo mi ombligo 
como cuando palpitaban las piernas
en ese cuarto de invitados donde no estábamos invitados a entrar 
(pero que igual entramos)
como entraron las sonrisas 
y los suspiros invertidos 
como el tiempo perdido 
y el guardado 
y el que te dejaste arrebatar.

Aforismo


Aforismo


Aforismo


Aforismo


Aforismo


miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿Qué tendrá Brontë que no tenga yo?

Sé que no soportas
mis versos alicatados,
mis aires de gatoflauta.

Y deja de hablarme
en
imbecisílabo
y búscate
un trabajo,
que yo también sé
sembrar
mariposas
en los corazones
del mundo.

Y deja
los putos libros
y
desnúdame
de
una
puta
vez,
que Dostoievsky
no va a hacer
que se te ponga
dura.

Y la próxima
camisa
que te la compre
James Joyce.
Y los gayumbos
te los va a
lavar
el jodido
Arcipreste de Hita.

Que te sabes
toda
la maldita
Generación
del
treintainosecuántos
y no
te acuerdas
del día
de mi cumpleaños.

¿Qué tendrá
Brontë
que no tenga
yo?

¿Qué
tendrá
Pizarnik?

¿Quieres
dejar de leer
y mirarme
las tetas?
¿O voy a
tener
que escribir
encima
para que
las mires?

Es entonces
cuando cierro
el libro
y pienso
lo bella
que estarías
con aquellos
versos
de Pizarnik
escritos
sobre tus pechos:
"Una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos"

Y QUÉ BELLA ESTARÍAS.

Bella
como
Escila,
bella
como
Anfibesna.
Como
Circe
y Salomé.

Bella
como sólo
bella puede ser
una mujer
que habla sin flores
y abraza sin tildes,
que besa
con dientes
y muerde
caricias,

y que destroza
con sus andares
el jardín de las Hespérides.

(11-XII-13)

domingo, 8 de diciembre de 2013

Las sartenes

Recuerdo
cuando los bancos
regalaban sartenes
junto con las promesas.
Años después
te quitaban la casa,
pero te dejaban quedarte
con las malditas sartenes
como muestra
de su buena voluntad.

Y ahora es
un todo
de sartenes,
un todo
de cubiertos,
un todo
de cristalería
de bohemia

y
una nada
de comida,
y
una nada
de colegio,
y
una nada
de hogar

y
un
basta ya.

Empuñemos
sus sartenes
y rompamos
sus promesas.
Enarbolemos
sus cuchillos
y cortemos
su ignorancia.

Hagamos saltar
los cristales de la noche.

Somos
bellos y terribles.
Ángeles
sin paraíso,
ángeles
hambrientos
sin paraíso.

Hoy el banco
regala
tablets
y libros
electrónicos.
Pero
¿qué leerán
los deshauciados
cuando comprendan
que todo era mentira?
¿cuando descubran
que les engañaron
con un libro
sin páginas?

Ni el verso
más bello
podrá aplacar
tanta ira.

Ni la noche
más oscura
podrá acallar
tanto ruido.

Porque
mañana
el hambre
tirará piedras.
El hambre
romperá muros.
El hambre
quemará calles.
Y no harán falta
sartenes.
Y no harán falta
poemas.

Y bastará una chispa
para incendiar el mundo.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Te quiero en superlativo

Ahora que me cansé
de ser
predicado en tus sueños.
Ahora que soy
sujeto omitido
de tu vida
y que Tal vez no es
complemento
circunstancial
de eternidad,

ahora que Amaré
no es
futuro perfecto,
que Besaré
no es
Contigo,

que el gerundio
de tu boca
me golpea
infinitivo,

cómo decirte,
por ejemplo,
que te quiero
más
que a un sintagma
de golondrinas,

que te quiero
en superlativo e infinisílabo,
yo,
tan diminutivo
y gilibombante.
Tan despectivo
y meridiano.

Tan arcaísmo
y apócope.
Tan latinajo
y parasintético.

Tan gentilicio
de tu nombre.
Tan neologismo
de tu risa.
Tan antónimo
de ti.


que amas
en plural
a sapos
y a mariposas.

Yo
queriendo ser
preposición
en tu cama
y verbo copulativo.

Y yo ante
Y yo bajo
Y yo sobre.
Y tú tras
Y tú contra
Y tú según.

Y yo con cara
de oración
desiderativa
cada vez
que dices
NO
y destrozas
los fonemas
con tu risa,
y cometes
faltas de ortografía
allá por donde pasas.


y tus malditos
besos con v.
Tu
y tus obtusos
abrazos con h.

y tus jodidos
te quieros sin amor.

Y esos putos
ojos
que no aparecen
en los diccionarios.
Y la hipérbole
de tu vientre,
y el estúpido polisíndeton
de mis versos.
¡Y quiasmo!
¡Y retuércano!
¡Y calambur!

Mi soez
y arrabalera
princesa de lupanar,
me cansé
de analizar
cada una de tus caricias.

(4-XII-13)

domingo, 1 de diciembre de 2013

CALIENTASUEÑOS

Benditas ellas
que con una mirada
destrozan el mundo.

Provocando huracanes
con el vuelo de sus faldas.

Terremotos
con sus tacones.

Tsunamis
con sus lenguas.

Benditas ellas
y sus sonrisas
repletas de promesas.
Ellas y sus besos
carentes de futuro.

Enfundadas
en su piel de pantera,
tocando el cielo
con sus botas de tigresa
en celo.

Benditas ellas.
Embrujadas,
Indolentes,
Deshonradas,
Indecentes,

pero en el fondo
hambrientas de amor,
soñando mariposas
que devoren
sus entrañas.
Pensando príncipes
que no se conviertan
en ranas.

Tapando
el sabor a deseo
de los besos
con lápiz de labios
rojo
pasión,
rojo
vacío
rojo
soledad.

Destrózame el corazón,
ángel negro.
Arrástrame por las calles,
mátame de hambre,
y después
MUÉRDEME.

Muérdeme
hasta hacerme sangrar.

ARÁÑAME.
PÍSAME.
Hunde mi cabeza
en tu oscuridad.

Bendita tú
y tus alas rotas.
Bendita tú
y tu mancilla.
Tú y tu
tristeza sin depilar.

Benditas ellas.
Enfundadas en sus vestidos
de musa-araña radiactiva.
Rozando el firmamento
con sus pezones como rosas.

Benditas todas ellas.

Chupapenas
Prostidiosas
Calientasueños

Y huracanes
con sus faldas.

Y terremotos
con sus tacones.

Y tsunamis
con sus lenguas.

Y aquel
indescriptible
vacío
que nos queda
cuando se marchan,
dejándonos
con nuestra
cara de sapo
en una triste esquina
de sus colchones
junto a las promesas
de otros hombres
que nunca se cumplieron.

(1-XII-13)

viernes, 29 de noviembre de 2013

Sobre política y sostenes

Sé que lo único que me
impide
quitarte el sujetador
es que aún no he aprendido
a desabrocharlos
en condiciones

y que
lo que aprendí
de tu mirada
quise olvidarlo
bajo tu vientre.

¿Y tú
qué sabrás
si me la casco
veinticinco horas al día,
ocho días a la semana
y trescientos sesenta y seis días al año
pensando en todos tus muertos?

¿Si intento
robar
las flores de lis
de los escudos
para regalártelas?
Mientras mira la policía
Mientras mira la policía
Mientras mira la policía

y      R   A   J   O   Y
y      R  A  J  Y  O
y      RAYJODEPUTA

y Cospe-dale por culo
al parado
que solo sueña
unicornios.

Y Rubalcabrón
Y Zapatonto
Y Desesperanza
(del pueblo)
Aguirre

y toda su prole
de
esternocleidomastoidiotas.

Aquí no vale
verso con espinas.
Aquí no vale
metáfora de plutonio.

Ellos no sabrían distinguir
un verso de una piedra.

Ellos
que únicamente
gustan
de estrofas
endecaburridas
solo para contar
las sílabas de su estupidez
sin incluir sinalefas.

Aquí no vale
tirar la piedra
y esconder el verso.

Que sean ellos
los que se escondan
cuando marchemos
a lomos de mantícoras
armados con pan de ayer
y carguemos contra
los muros de la arrogancia.
Y rompamos los escaparates
por un futuro mejor.

Dicen que con la
bandera de España
pueden taparse
más de veinte indigentes
por las noches.
Pero lo que no sé,
lo que nadie me dice,
es por qué
siempre que hablo
de tus ojos
acabo hablando de política.

Si sólo quería

acariciarte
la ley del aborto,

agarrarte
la LOMCE,

morderte
Alemania,

besarte
los nacionalismos,

aprender a desabrocharte
de una vez
la ideología

Y HACERTE LA REVOLUCiÓN

mientras mira la policía
mientras mira la policía
mientras mira la

policía

y llenamos de piedras sus corazones.

(28-XI-13)

lunes, 18 de noviembre de 2013

EL ESCRITOR

“La realidad no existe si no hay imaginación para verla.” 
“Nos encontramos a nosotros mismos únicamente mirando lo que no somos”
                                                                                            Paul Auster

         La chica entró en el vagón y por un momento sus miradas se cruzaron. Sus vidas, por el contrario, seguía siendo un secreto. Pelirroja, metro ochenta, delgada. Jorge apuntó todo en su cuaderno, incluyendo el aro que lucía ella en el tabique de la nariz, lo que los entendidos llamaban septum. Vestía con una sencillez tal vez un poco caótica, como compuesta por retales de todas las estaciones del año. Parecía como si acabara de salir de una de esas reuniones de grupos alternativos en los que se debate sobre arte, ensaladas y religión mientras beben unas cervezas vegetales, aunque por la hora que era, el lugar donde estaba y el gran portafolios que llevaba encima, Jorge supuso que iría rumbo a casa tras las clases en alguna escuela de arte. “Chica de piel blanca y mirada silenciosa”, escribió el muchacho en su cuaderno. Era aquel un ritual que realizaba siempre que viajaba en metro: describir lo que ocurría alrededor, buscar vidas tras todos esos rostros desconocidos. Luchar contra el reloj, contra el caos diario que azotaba a los hijos de la rutina, intentar comprender el porqué de su prisa. Aquel ejercicio le mantenía siempre en guardia, pendiente del más mínimos cambio para dar cuenta de él en su fiel libreta. Miro el rostro de aquella chica, aquel rostro entre soñador y desconsolado, y la puso un nombre: Nicole. Después imaginó su vida: viviría con sus padres y algún hermano, ademas de con un perro o un gato. Sería artista, estudiante de arte. En su corazón escocería algún reciente desengaño amoroso, en su cabeza soñaría con amaneceres limpios junto a alguien que la quisiera, sin la suciedad de la Despedida, sin la vergüenza del Adiós. ¿Y sus amigos? Pocos pero fieles. Entonces, Jorge pensó en su vida, en su propia vida: él también había sufrido por amor, o para ser más exacto, por no-amor. Aquella chica a la que tanto quería, por la que tanto daba... pero Ella estaba lejos, perdiendo su vida tras sus propios sueños, perdiendo trenes por perseguir horizontes demasiados lejanos. Y allí estaba él: en aquel sucio vagón que olía a derrota. A su alrededor el caos continuaba. El hombre del traje hablando por el móvil cuando la cobertura se lo permitía, la joven pareja mostrando su amor a todos aquellos que tuvieran estómago para verlo, aquella víbora cuarentona mostrando sus piernas... toda la fauna que cabía en un vagón de metro estaba allí. Jorge los conocía a todos. Había escrito mucho sobre ellos: el hombre del traje se llamaría Fernando, y sería jefe de personal. La mujer que mostraba las piernas sería Lola, una mujer de armas tomar que de vez en cuando salía de caza al acecho de presas jóvenes, mientras que entre semana trabajaría en una oficina como secretaria. Todos ellos viajaban cada día en el mismo vagón como Jorge, cuyo cuaderno ya estaba repleto de historias sobre ellos. Y después estaba aquella chica: Nicole. A ella la reservaba la mejor historia.

El tren paró en la estación de Carpetana. Un hombre subió a pedir algo de dinero o de comida. La gente agachó la cabeza, se apartó o siguió enfrascada en sus lecturas o en las pantallas de sus teléfonos móviles. “Una ayuda, por favor”, repetía aquel hombre mientras recorría el vagón y los ojos de la gente. Ojos que no se dignaban a mirar los suyos, tal vez para no ver su vergüenza reflejados en ellos. Jorge escribió sobre Paco el mendigo, sobre cómo lo había perdido todo por un error. También le conocía a él, y a los que a veces subían a tocar. Todos ellos eran parte de su gran relato. Las estaciones siguieron llegando una tras otra. Gente que subía, gente que bajaba. Miradas. Sonrisas. Lágrimas. Deseos. Y Nicole, su chica de piel blanca y mirada silenciosa. Jorge fijó su vista en el cuaderno y comenzó a escribir. Mientras, el mundo giraba, la gente subía, la gente bajaba, nacían y morían en un segundo fugaz y eterno como aquella mirada que sé cruzó con la suya como una saeta: “Nicole pensaba que el amor era algo extraño y complicado. Como una ruleta en la que por mucho que apuestes, puedes perderlo todo en un segundo”. ¿Así era Nicole?, pensó Jorge. Tal vez se estaba volviendo loco. Imaginando las vidas de la gente tras un cristal. Pensó que ser escritor a veces resultaba cruel. Como un ser oscuro, silencioso e implacable agazapado en su soledad, en una burbuja de impasibilidad que le protegía del mundo mientras miraba lo que en él ocurría. Guerras, muerte, desamor. Él lo describía desde el Trono maldito de la Imaginación, pero sabía que para escribir había que vivir, y que él nunca viviría la tristeza de los demás, aunque tampoco sus alegrías. Porque, aunque no se fijara tanto en ello, había gente feliz a su alrededor. Personas que ya habían alcanzado su horizonte, que ya habían encontrado sus sueños tras la esquina de la vida. Pero a aquellos Jorge los despreciaba, o en otros casos, le resultaban indiferentes. El solo veía recuerdos en los ojos de la gente. Recuerdos que guardaban heridas como las suyas. Comprendió que ser escritor no era inventar, sino mirar, descubrir. Aquella gente no se merecía ser un ejercicio literario, o unas palabras garabateadas entre estación y estación. Sabía cómo le miraban: “Ya está aquí el Loco de las Palabras”, pensarían algunos. Si ellos supieran... Todos sus sueño se bajaron en aquella parada. Sus versos, sus historias, sus ideas que no servían para nada, todos se marcharon de aquel vagón de ilusiones y esperanzas. Jorge guardó el bolígrafo y cerró el cuaderno, después miró a toda esa gente. Sus vidas no eran más que fantasías en su cabeza. Se preguntó si sufrirían, si pensarían en alguien que les quisiera, si creerían en algún dios, si besarían, si amarían, si llorarían... y entonces Jorge quiso dejar de escribir para siempre. Olvidar que todo estaba en su cabeza, que la ventana desde la que miraba al mundo acababa de romperse. Y tuvo miedo de la realidad. La realidad era demasiado despiadada. La realidad y sus fauces, sus colmillos de rutina y soledad. Entonces volvió a abrir el cuaderno y escribió: “Lunes 18 de Noviembre del 2013: una chica se ha subido al vagón en mi estación. No sé su nombre, no sé su edad, no sé el sabor de sus labios, pero sé que la quiero”. Todo aquello era real. El vagón, la estación, el pelo rojo de aquella chica, sus labios. Todo real. Sólo necesitaba salir de aquella mentira a la que llamaba palabras. Toda su existencia había sido un mal relato, una hoja en sucio entre los márgenes de la irrealidad. Quería salir. Quería vivir y ser libre de buscar el sentido de todas aquellas frases en unos labios, en una sonrisa, en unos ojos sinceros. Nada de esconderse en el fondo de una página olvidada. Jorge sonrió y guardó el cuaderno.

Y la Historia se hizo, como aquella saeta clavada en su pecho, saliéndose de lo márgenes del mundo. La voz en megafonía anunció la parada. La chica del pelo rojo bajó apresuradamente. No se dio cuenta de la bufanda que se le había caído en su prisa por salir. Jorge sí se dio cuenta. No era su parada, pero recogió la prenda del suelo y atravesó las puertas mientras estas se estaban cerrando. Pensó que tal vez esas eran las historias que merecían la pena ser contadas. La chica había desaparecido entre la multitud, ahogada por el peso del día a día. Jorge la buscó. Recorrió el andén con la mirada. Después corrió hacia la salida. Buscó, buscó de manera desesperada como si en ello le fuera la vida. Buscó... y la encontró: la chica estaba subiendo las escaleras mecánicas, ajena a todo lo que la rodeaba. Jorge subió las escaleras, pidiendo permiso y más tarde perdón por los empujones, abriéndose paso entre almas para buscar a la chica de piel blanca y mirada silenciosa, a la extraña a la que llamaba Nicole. Tras subir lo que parecieron las escaleras hacia el cielo, llegó al lado de la muchacha y jadeando a causa del esfuerzo, le dijo: “Perdona, se te cayó esto”. Ella le miró. Tal vez le recordara del vagón, o tal vez no, pero sonrió, cogió la bufanda y con una voz que podría haber sido la de un ángel desterrado dijo: “Gracias”. Sin que nada le pudiera parar, Jorge preguntó, tal vez sin esperar respuesta: “¿Cuál es tu nombre?”. La chica volvió a sonreír. “Nicole- dijo- me llamo Nicole”, después se ajustó la prenda al cuello y se perdió entre la gente.

Jorge volvió a bajar al andén. Sacó la libreta y se puso a escribir. Su tren llegó a los tres minutos. Mientras se acercaba a las puertas del vagón, pensaba en aquella chica, imaginándose su vida, pero esta vez conociendo el sonido de su voz, su mirada y su nombre: Nicole, se llama Nicole.

Mientras yo sacaba el cuaderno un chico subió al vagón. Iba sonriendo y parecía acabar de haber corrido en una maratón, tal y como respiraba. Sacó una libreta y comenzó a escribir. Le miré y me imaginé su historia: “Jorge la buscó. Recorrió el andén con la mirada. Después corrió hacia la salida. Buscó, buscó de manera desesperada como si en ello le fuera la vida. Buscó... y la encontró: la chica estaba subiendo las escaleras mecánicas, ajena a todo lo que la rodeaba”. Pensé que aquella era una de esas historias que merecían la pena ser contadas. Jorge cerró la libreta y aún con la sonrisa entre los labios, bajó en su parada. Yo mientras, continué escribiendo, pensando que tal vez alguna vez cerraría el cuaderno y viviría una aventura como la de los personajes que inventaba en cada trayecto. Tal vez ellos no tuvieran unas vidas tan interesantes como las que yo les daba, pero sabía que tras sus rostros había amores, recuerdos y despedidas, y que el mundo no se resumía a unas pocas palabras escritas en un papel, a unas pocas mentiras dichas con sinceridad. Sabía que el mundo no cabía en una hoja en blanco. Pero lo que yo escribía era mío. Algo pequeño y a la vez grandioso a lo que aferrarme en la inmensidad de aquel mundo.
Y pensé en Jorge, en Nicole, en Lola la mujer fatal, en Paco el mendigo, en aquella pareja que se besaba, en toda esa gente a la que no conocía, de la que no sabía sus nombres. Nunca comprendería sus vidas, pero me ayudaban a que yo comprendiera la mía.

La voz de megafonía anunció mi parada. Cerré el cuaderno y me acerqué a las puertas para salir al andén de la vida. Al andén de aquellas historias que merecen ser contadas.

(Lunes 18-XI-13)

lunes, 4 de noviembre de 2013

Un Lugar donde esconderme

NOTA: tras pasar unos días en el pueblo con mis fieles amigos, vuelvo a Madrid. A sus horarios y sus prisas. Y, por supuesto, vuelvo a escribir:

No comprendo
la inmediatez
de la juventud.
Sus besos sin futuro,
sus penas sin porvenir.

Yo he crecido
en una hoja en blanco.
No sé
de discotecas
que deslumbran
el miedo
con sus luces.
Ni de
noches de alcohol
que retuercen sonrisas
entre una soledad
infinita.

Ni de polvos matutinos
Ni de polvos vespertinos
Ni de Adioses
tras el polvo.
Tras olvidados Te-quieros
entre la ropa arrugada.

No comprendo
la juventud
como quien no comprende
la flor.

Yo nací
en los márgenes
de una historia
olvidada,
crecí
en el silencio
y elegí vivir
entre palabras.

Tal vez por ello
prefiero
la mudez de un poema.
Mientras los Normales
ríen ahí fuera.

Me pueden arrebatar
poco a poco
todo lo que amo
y todo lo que una vez amé.

Mis sonrisas
y mis abrazos.
Besos
no
correspondidos
perdidos
en
el
tiempo.

Me escondo
porque tengo
un Lugar donde esconderme
mientras el mundo
gira.
Mientras todos ríen
tras la ventana
de las horas.

Y escribo.
Escribo
para ser
Algo más.

Algo más
que una rosa
en el asfalto.
Algo más
que uno
entre los demás.

Algo más
que
NADA.

Porque
después de
casi diez años
poniendo
una palabra
tras otra,
no he conseguido
escribir NADA
que merezca la pena
decir.
Quizás por eso
sigo escribiendo.
Y guardando en secreto
los sueños de un hombre corriente.

(4-XI-13)

miércoles, 30 de octubre de 2013

Vacío

Yo que
he leído más libros
de los que puedas imaginar
sin aprender absolutamente nada,
ni una palabra,
encuentro en las calles
lo que los libros olvidan.

Hoy he visto
a un mendigo
jugar con un juguete
roto
que tiró algún niño
cuando abandonó su infancia
en pos de la realidad.

Y mientras aquel hombre
queriendo volver a ser niño
para olvidar la realidad.

Y vi a dos yonkis
abrazados
en su inexpugnable nada.

Y mientras el mundo
odiándose
con los estómagos llenos
con los bolsillos llenos
con los corazones
vacíos.

Esperando a que tropiecen
los demás
para esquivar
las piedras del camino.

Y mientras
oficinas muertas
y máquinas de café.
Autobuses llenos
de personas
vacías.

Y soledad.
Y soledad.
Y soledad.
Nadie puede
con su soledad.

Ni las putas
Ni los presidentes
Ni los asesinos

Mendigos
jugando a ser niños.
Yonkis
queriendo quererse
entere tanto
VACÍO.

Y la tristeza
de las oficinas.
Y el hastío
de los supermercados.
Y el dolor
de ser hombres
y no poder remediarlo.

(29-X-13)

Sueños entre cartones

Entre las litronas
y las jeringuillas
había una mujer
que también lloraba
cuando se sentía sola,
que también reía
cuando pensaba
en el amor.

Antes tenía un trabajo
Antes tenía un hogar
Y besos bajo la almohada
Y poemas en el cajón
Y alguien
a quien amar,

pero
quiso su mala suerte
que cruzara la vida
en rojo
cuando pasaba el olvido.

(29-X-13)

lunes, 28 de octubre de 2013

Un Poema de Nicole M. Paine

A lo mejor no es cuestión de flequillo o no flequillo 
ni de lacas de uñas ni de barra de labios ni de rimmel 
A lo mejor no esta definido por la altura de mis pechos 
ni por el poco tamaño y poca redondez de mis nalgas 
Quizá no tenga que ver contigo 
ni con los besos 
ni con la ausencia de estos 
quizá no se trate de sudores ajenos 
ni de orgasmos 
ni de abrazos 
ni de almohadas compartidas 

A lo mejor con el pelo largo todo sea igual 
a lo mejor con las uñas verdes sea igual que en azul o en naranja 
a lo mejor nada cambie si mis besos no sean de color rojo pasión
ni mi mirada este magnificada y sea water proof
a lo mejor todo siga igual si mis pechos se confundieran con mis amígdalas 
o si mis nalgas rebosaran de mi lencería 
Quizá mis palabras sepan igual de amargas 
aunque en mi boca haya mas saliva ajena que mía 

A lo mejor baste con no dejarse enredar las costillas por oír a alguien respirar 
Quizá se trate de no parpadear hasta que se sequen las ganas de mirar 
quizá si dos de cada tres veces que te mires en el espejo ni reconozcas ni quieras reconocer lo que ves , baste con no mirarse 
quizá el gato del tejado no esté tan triste y azul si no le cerrases la ventana.


Nota: este poema de una gran amiga, poeta y persona a la que profeso un profundo cariño. Ocasional musa, compañera de tardes, risas y secretos, también tiene un pequeño espacio en este Cuaderno de Despedidas. Pienso que se lo merece tanto como yo. De forma puntual, iré subiendo más escritos suyos, con el deseo de enriquecer este humilde blog con otros puntos de vista diferentes pero compatibles.

Gracias por tus versos, Nicole.

domingo, 27 de octubre de 2013

Amor en Stock

Hoy he despertado
de mi penúltima resaca
y en la radio hablan
de la Ciencia de Amor.
Y entre
dopamina,
oxitocina,
vasopresina,
adrenalina
y demás
palabras largas y horribles,
he intentado comprender
el porqué de mi dolor.

Y quise buscar tu nombre
en la tabla periódica
de los sentimientos.
Y busqué
y busqué
entre óxidos
y metales,
entre gases nobles
y plebeyos...

pero no encontré
princesas
entre ellos.

¡Maldito Meyer!
¡Maldito Mandelèyev!
¡Malditos sean todos ellos
por no saber de tu risa!

O tal vez es culpa mía.
Será que aún
no he hallado
la ecuación adecuada,
o que
Tu + Yo
no es igual a Futuro.

Que difícil es mezclar
amor con realidad
sin que explote el jodido mundo.
Abrazos de bromuro,
besos de circonio,
caricias de rutilo
y luego soledad...

Nadie se ha parado
a estudiar la soledad.
Quizás porque el invierno
carece de nomenclatura
igual que nuestros labios.

Y ahora que soy
Pentatonto del culo
Y heptaimbecil integral,
rebusco entre mis dudas
una razón para amarte
y encuentro
media neurona
que me habla de tu pelo,
de lo empírico de tus besos
y de cómo se separa
cada átomo de mí
cuando te miro.

Y yo tan amoniaco
y tan bicarbonato.
Tan Pentatonto del culo
y tan heptaimbecil integral

comprendo

QUE TE QUIERO.

(27-X-13)

sábado, 26 de octubre de 2013

Me importa

Me importa
tres cojones
la bizquez
de tus palabras,
el tartamudeo
de tus ojos.

Nalgas que rompen
los márgenes de tu falda.
Pechos que se desbordan
de las fronteras del mundo.

Me importa
tres cojones
tu pelo
recién levantado,
tus legañas
bostezando
mientras tomas el café.
Otra noche de juerga
cobrándose sus heridas.

Y que coño importa
el amor y sus colores
Y tu ninfomanía
Y tu calientapollas
Y tu somosamigos
y-nada-más-que-amigos.

Y que le den por culo
a la palabra AMISTAD
y a todas sus putas letras,
que sólo quiero romper
el encaje de tus sueños.

Y follarte sin parar
Y follarte sin parar
Y follarte sin parar
Y después,
besarte.
Y después

besarte

Nalgas que rompen
los márgenes de tu falda.
Pechos que se desbordan
de las fronteras del mundo.

Me importan tres cojones.

Pero no me importa
que no me hables.
Pero no me importa
que no me mires.
Pero no me importa
que no te importe.

Porque me importas.

(26-X-13)

La noche que me crucé con Batania

Nosotros entrábamos
y él salía
de aquel bar
de Malasaña
donde los versos
huelen a alcohol
y a despedidas.

"Tiene cara
de malavida",
comentó mi compañera
cuando le mencioné
que era
uno de mis poetas favoritos
y un de los mejores
de su de-generación.

La miré.
Ella no sabía
que los grandes poetas
mentían cuando hablaban
de amor y libertad.
Que los que salieron
de las cloacas
no quisieron
volver a ellas.

A otros,
en cambio,
no nos va 
demasiado bien.
Y de alguna manera
tenemos que seguir muriendo.

Quizás escribiendo
Quizás amando
Quizás bebiendo
Quizás odiando

Poetas 2.0
Blogueros desconsolados
Basura de Internet

Podéis llamarnos
como queráis.

Malavidas
si así lo deseáis.

Los bosques
nos lo agradecerán.

Y por si lo queréis
saber,
aquel hombre
que salía del silencio
con la derrota en el verso
era Batania.
Y aquel bar
donde los versos
huelen a alcohol
y despedidas
era el BUKOWSKI.

Ahora el Bukowski no está
y algo ha muerto en Malasaña.

(26-X-13)

viernes, 25 de octubre de 2013

El Extraño

¡No se acerquen!
¡No le miren!
¡No le toquen!
¡Lleva la maldad
escrita en los ojos!

¡Observen su mirada!
¡Reta a la locura,
Reta a Dios!

¡No le hablen,
tampoco le hablen!
¡Podría derribar
toda su razón
con uno solo
de sus versos!

¡Sus vecinos no le saludan
cuando pasan por su lado!
¡Las mujeres no le quieren!
¡Los niños no le quieren!
¡Los perros no le quieren!

¡Sale por las noches!
¡Frecuenta los bares
más oscuros!
¡Habita las bibliotecas
más lóbregas!

¡Y lee libros
que nadie lee!
¡Y escucha música
que nadie escucha!
¡Y escribe palabras
que nadie comprende!
Palabras hermosas
y extrañas.

Amor
Soledad
Corazón
Libertad

¡Y sus compañías...
hombres de dudosa ralea
y mujeres embargadas de tristeza!

¡Cuidado,
tengan cuidado!
¡Acaba de sacar
un lápiz y un cuaderno!
¡ACABARÁ CON EL MUNDO!

¡No se acerquen!
¡No le miren!
¡No le toquen!

Podría contagiarles
con su felicidad.

Algún día

Algún día lo haré,
lo sé.
Algún día
atracaré tus labios.
El beso o la vida.
Y no me importará
si rompo tu vestido
o tu corazón.

Algún día, sí,
algún día...

Hasta entonces
HIÉREME.
Rompe los mástiles
de mi cordura
y hazme estrellar
contra las rocas.
Que nunca llegarás
a saber
lo mucho que te miro,
lo mucho que te sueño,
lo mucho que te quiero
DESNUDAR
sin que lo notes.
Y MORIRME DE UNA VEZ
ENTRE TUS PIERNAS.

Pero algún día...
Algún día lo sabrás.

jueves, 24 de octubre de 2013

Buenos argumentos

Ella se ha enamorado
de un novelista de éxito:
él hace giras
y royalties.
Da conferencias
sobre sus obras
en colegios e institutos.
Dona sus manuscritos
a bibliotecas públicas.
Sus libros
desbordan las estanterías.
Firma autógrafos,
Recibe cartas,
Tiene amigos...

También escribe
de vez en cuando,
cuando tiene
un buen argumento,
suele decir él.

Entonces pienso
que yo no necesito
ningún buen argumento
para escribir.
Tan solo
un papel,
un lápiz
y una mujer
como la suya.

(24-X-13)

Día de Huelga

Vosotros
que podéis permitiros
el lujo
de dejar de escribir
para salir a las calles
y uniros
por un futuro mejor.

Vosotros
que abandonáis
vuestros trajeados
Despachos de Poeta
comprados con premios.

Vosotros que lucháis:
Reaccionarios de la Izquierda.
Reaccionarios de la Derecha.
Reaccionarios del Amor.
Esconded vuestra bandera,
acallad vuestro silencio,
empuñad vuestros versos
y gritad sobre el papel.
Que las banderas sólo sirven
para tapar los corazones.

Hoy la Revolución
ha pasado frente a mi ventana
y yo me he escondido
en un rincón de mis versos,
no fuera a ser que me encontraran
y me obligaran a dejar de escribir
palabras que hablan de Amor.

(24-X-13, Día de Huelga)

El Vagón

Entro en el tren
y los veo:
Vacíos,
Silenciosos
e Indiferentes.
Agachando la cabeza
para no mirarse.
Escondiendo las manos
para no rozarse.
Cada uno con su cruz
y con su jodida cara.
Vagones repletos
de soledad-
Pensamientos oscuros.

Entonces
me pongo a pensar
que todos guardamos
un asesino dentro
 a la espera
de sentir
la felicidad
o el odio
o simplemente
un gesto desagradable
de los otros
para matar.
Para poner fin a vidas
que, nosotros sabemos,
están hundidas en el miedo.
Miedo a no mirarse.
Miedo a no rozarse.
Miedo a no ser
lo que se supone
que debemos ser.
En definitiva
miedo a no tener
algo a lo que agarrarse
cuando ya no queda nada.

Hoy el vagón
estaba repleto de asesinos.
Un poeta los miraba
y pensaba en el amor.

Porque la vida de un escritor
será siempre más interesante
que la de cualquier asesino.

(23-X-13)

Poema de Amor a la Literatura (sobre el sentido de la literatura)

Que se vayan.
Que me dejen.
Que me olviden
oculto en mi cubil,
guardando el tesoro
de tus ojos.
Fuera sus frases,
fuera sus miedos.
Ya intenté buscarte
entre las sombras
de sus páginas.
Que me dejen
y que se mueran:
Tolkien y sus Anillos,
Lovecraft y sus Mitos,
Poe y su Cuervo Negro.
Que el Duende mate
por fin a Spiderman,
y que deje de tejer redes
en torno a mi corazón.
Que Bukowski escriba
romances endecaperfectos.
Que mire la botella y diga: No.
Que mire a una mujer y diga: No.
Y que muera también.
Que muera en el olvido.
Como Panero.
Como Delibes.
Como Selley.
Como Goethe.
Como Lorca.
Como Camus.
Y Nabokov y su puta.
Y Juan Ramón y su burro.
Y Kafka y su jodida cucaracha.

Qiero buscar el sentido
de la vida
fuera de pretéritos
y adjetivos.
Porque anoche morí de frío
y las palabras o me calentaron.
Porque anoche morí de hambre
y las palabras no me alimentaron.

Creo que hoy volveré a la biblioteca
que me vio crecer
y la quemaré.
Y entraré de nuevo en calor.
Y volveré a devorar libros,
esta vez sí,
A DEVORARLOS
y a dejar de pasar hambre.

Una vez me sentí amenazado
y el intelecto sólo me dijo:
Escapa.
Y la literatura no sirvió de nada

Una vez quise besar
y busqué los versos
que debían enamorar,
pero sólo me quedé solo
entre palabras
vacías.
Y la poesía no sirvió de nada.

Supongo que tiraré
mis libros por el vater,
o se los regalaré
a algún enfermo terminal
para que acabe de una vez
con su desdichada vida.

Supongo que rescataré
aquel viejo televisor
que tiré por la ventana.
Y veré guerras,
y política,
e indiferencia,
y todo aquello de lo que me privaron
los libros con su IGNORANCIA del mundo.

Hoy entraré en un bar
y buscaré a la mujer
que no pida poemas de amor.
Sin ojos tristes.
Sin pasados turbios.
Sin fe perdida.
Que me bese. Sólo que me bese,
y que me ayude a olvidar
el estúpido sentido
de la literatura
y su MALDITO porvenir.

Que planten un árbol
por cada página escrita,
que los bosques no saben
de metáforas de viento.
Y que les den por culo
a todos los escritores
que enredaron las palabras
para encerrar la belleza,
para encerrar el amor.

Y que jodan a este poema
y que muera quien lo escribió.

(22-X-13)